ALAN GARCÍA EN EL PODER 1985-1990 (PRIMERA PARTE)
Después de 33 años de su primera elección como Presidente de la República (el único aprista), Alan García Pérez (AGP) sigue siendo una de las figuras estelares de la política en el Perú. Como bien lo apuntó Jhon Crabtree (JC), autor del libro cuyo título tomamos para esta columna, tanto su pasado como su presente provocan sentimientos encontrados y separan en campos opuestos a los que lo apoyan de los que se le oponen.
Esa oposición, ese resentimiento antiaprista capaz de movilizar a sectores de la izquierda y de la derecha políticas en contra suyo, se ha visto siempre incrementado con la llegada de todo proceso electoral (2001, 2006 y 2016, por ejemplo) en el cual AGP decidió competir.
¿Por qué los rivales de AGP le tienen tanto miedo? Quizás la respuesta la tenga JC al señalar que en todos estos años, él ha demostrado no haber perdido nada de su talento para la táctica política ni de su capacidad retórica, pues como líder del más antiguo y quizás el único partido de masas del Perú, se eleva muy por encima de la mayoría de los políticos de la actualidad (sobre todo si uno mira al interior de su partido).
Fantasmas del pasado
Sin embargo, es claro que, a pesar de su performance durante su segundo gobierno (2006-2011), la herencia de su primera gestión (1985-1990), sigue constituyendo una mancha indeleble, un pasivo político, una página negra en su biografía que sus rivales de turno siempre le enrostran en el fragor de la contienda electoral.
Entonces, parece oportuno, a poco menos de tres años de las próximas Elecciones Generales de 2021, examinar, con la mayor dosis de objetividad posible, el desempeño de AGP durante su primer Gobierno, al que muchos han catalogado como el peor de nuestra historia republicana. Para ello, tomaremos como referencia el análisis hecho por JC, en el libro ya citado, obra en la cual este inglés, analista e investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Oxford, reconstruye de manera cuidadosa la escena nacional vivida en ese quinquenio, al haber sido un testigo privilegiado de esa etapa de nuestra patria por su trabajo como corresponsal de The Guardian y The Economist.
El libro de JC fue escrito a inicios de 1990, durante las elecciones que llevaron al poder a Alberto Fujimori, según el autor, uno de los que más se esforzó por subrayar los errores del líder aprista. El libro, como es de suponerse, se publicó primero en inglés en el año 1992, poco después del autogolpe de Fujimori y del inicio de la persecución general en contra de la clase política, y de AGP en especial. La edición en castellano que ahora comentaremos es del año 2005.
Una mirada desapasionada
El libro se divide en dos partes. En la primera el autor examina la situación que heredó AGP y repasa los primeros dos años (los felices) de su Gobierno, durante los cuales la implementación de una política económica heterodoxa arrojó como resultado niveles importantes de crecimiento, situación que le permitió gozar de apoyo popular y legitimidad para sus decisiones. En la segunda, la atención se centra en analizar la “bajada”, la crisis económica boyante desatada en 1988, y el impacto político, económico y social que esta trajo consigo.
En ambas partes, y esta es justamente una de las fortalezas de la reflexión expuesta por JC, se analizan tres elementos claves: el clima político, las decisiones sobre política económica y las consecuencias que de ellas se derivaron, y el problema de la violencia política más allá de los límites del sistema político establecido. Este es un apunte metodológico que el autor hace y que todos los que se acerquen a la lectura de este libro deben tomar en cuenta, pues son tres elementos que no deben separarse sino tratar de relacionarse entre sí.
El objetivo del libro
El autor afirma que el objetivo de su libro ha sido intentar una evaluación de lo hecho por la administración de AGP a la luz de los problemas enfrentados por el Perú. Por ello destaca que los extremos entre riqueza y pobreza, la falta de integración política y económica entre las regiones, la articulación relativamente fuerte de las demandas sociales, y la debilidad del Estado como mediador en los conflictos e impulsor de reformas, hacían del Perú un país particularmente difícil para gobernar, no solo para AGP, sino para cualquier otro político que hubiese estado en su lugar. De hecho, el país se tornó más convulsionado durante el desfavorable clima económico externo de los años 1980. Por tanto, es probable que cualquier presidente, bajo las mismas circunstancias hubiera sufrido similar desgaste como resultado de ejercer cinco años el poder en el Perú de aquellos años.
No todo estaba en su contra
Sin embargo, señala el autor, las circunstancias políticas que enfrentaba AGP al llegar a la presidencia no eran enteramente desfavorables. Él había llegado al poder demoliendo a sus adversarios como una reacción al conservadurismo de su predecesor. Esto le permitió contar con un fuerte respaldo popular para su primer paquete de reformas heterodoxas (hacia la izquierda). Asimismo, su partido ganó la mayoría de curules en las dos cámaras del Congreso de la República, contando además, con el apoyo de un partido con una fuerte tradición de disciplina y lealtad. Si a eso le sumamos que las principales fuerzas de oposición en el Parlamento estaban desarticuladas, y que gracias al diseño constitucional peruano, el Poder Ejecutivo contaba (y cuenta) con un amplio espacio para gobernar mediante Decretos Supremos, queda claro que AGP no era precisamente un presidente carente de poder, sino todo lo contrario.
La ilusión efímera
Para el autor, en 1985, existía entre la gente la gran esperanza de que AGP fuera quien podía conducir el país hacia un mejor futuro, con mayor prosperidad, menor desigualdad social y política, y un desarrollo sub nacional más equilibrado. Este clima de optimismo se fue consolidando con los éxitos de los dos primeros años de Gobierno durante los cuales se logró bajar la inflación, incentivar el crecimiento, establecer autoridad constitucional sobre el fuero militar, y recuperar algo de orgullo nacional, especialmente en relación con la banca extranjera.
Pero el sueño duró muy poco, AGP que había recogido la investidura de quien quizás ha sido el líder político peruano más importante del siglo XX, Víctor Raúl Haya de la Torre, y al mismo tiempo reivindicó la importancia de la reforma social iniciada por Juan Velasco Alvarado, desperdició esta oportunidad histórica, hundiendo al Perú en una de las más grandes crisis de su historia.
Según el autor, es posible que la equivocación de creer que el giro económico iniciado en 1985 -y junto con ello la supremacía política del propio AGP- podía extenderse por un periodo más largo que el que finalmente tuvo (Argentina y Brasil ya habían fracasado en este mismo intento heterodoxo) haya sido el factor determinante en el descalabro de su primer Gobierno.
Abogado PUCP. Post Grado y estudios de Maestría en Ciencia Política y Gobierno (PUCP). Especialista en Justicia Constitucional, Interpretación y Aplicación de la Constitución por la Universidad Castilla de la Mancha (Toledo -España) Candidato a Máster en Derecho Constitucional por la Universidad Castilla de la Mancha (Toledo - España). Es miembro de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional. Profesor de Ciencia Política e Historia de las Ideas Políticas en la Facultad de Derecho de la Universidad San Martín de Porres.