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¿El gobierno de Alberto Fujimori fue una democracia delegativa? (Primera parte)

Publicado: 2018-02-26

En 2011, a la edad de 75 años, falleció Guillermo O´Donnell (GO), el gran politólogo argentino, que a la larga no sólo se convirtió en uno de los mayores referentes intelectuales de su país sino también en un extraordinario observador del acontecer social, político y económico de Latinoamérica.  

Casualmente, fue luego de estudiar el desempeño de diversos gobiernos (Menen, Collor, Fujimori, Chávez, entre otros), que GO señaló que en Latinoamérica estaba surgiendo un nuevo tipo de democracia, a la que llamó “delegativa” para diferenciarla de la que todos conocemos: la democracia representativa.

Hago referencia a este concepto de democracia delegativa pues considero oportuno, y a la vez, interesante, no sólo desde un punto de vista teórico sino también práctico, sobre todo con miras a las Elecciones Generales 2021, evaluar si el Perú de los años 90, gobernado por Alberto Fujimori, condenado por delitos de corrupción y violación de derechos humanos, hoy indultado por PPK, puede ser catalogado o no como una democracia delegativa.

Se parece a una democracia

En primer lugar, para GO la democracia delegativa se trata de una práctica del poder político que es democrática porque surge de elecciones razonablemente libres y competitivas; también lo es porque preserva, aunque a veces a regañadientes, ciertas libertades como la de expresión, asociación reunión y acceso a medios de información no censurados por el Estado o monopolizados. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?

Populares e impopulares

En segundo lugar, para GO los presidentes delegativos suelen pasar, rápidamente, de una alta popularidad a una generalizada impopularidad. Ellos surgen de una profunda crisis, aunque para ello hacen falta dos cosas: 1) Líderes portadores de esa concepción (mesiánica, diría yo); y 2) Sectores de la opinión pública que la compartan. La esencia de esa concepción, dice GO, es que quienes son elegidos creen tener el derecho de decidir como mejor les parezca qué es bueno para el país, sujeto únicamente al juicio de los electores en las urnas. Es decir, los líderes delegativos creen que los votantes les extienden un “cheque en blanco” para hacer lo que deseen, y por ello, creen que cualquier control institucional es una traba, por eso, afirma GO, intentan subordinar, suprimir o copar esas instituciones. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?

El fracaso y la gloria

En tercer lugar, para GO los presidentes delegativos a veces fracasan de entrada, pero otros logran superar la crisis. Es así como en la medida que superan las crisis logran amplios apoyos. Estos momentos son los de gloria, refiere GO, porque ese apoyo les demuestra, y debería demostrar a todos, que ellos son quienes realmente saben qué hacer con el país. No obstante ello, es justamente ese respaldo el que les permite avanzar en su propósito de suprimir, doblegar o neutralizar las instituciones que pueden controlarlos. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?

El Congreso delegativo

En cuarto lugar, para GO cuando los presidentes delegativos tienen la gran ventaja de lograr mayoría en el Congreso, eso hace que el propio Parlamento se comporte bajo esa misma lógica: como el presidente ha sido elegido libremente, ellos tienen el deber de respaldar de manera acrítica los proyectos que les envía el Gobierno. Cuando esto ocurre, advierte GO, el Congreso viola la Constitución pues olvida que el Congreso no es menos gobierno que el Ejecutivo; produciéndose la mayor sumisión de una Legislatura como es el conferir de manera reiterada facultades legislativas extraordinarias al Gobierno. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?

El Poder Judicial delegativo

En quinto lugar, para GO mientras avanza el Gobierno de un presidente delegativo se van ajustando controles sobre el Poder Judicial tales como el presupuesto de esa institución y, crucialmente, las designaciones y promociones de jueces. Al mismo tiempo, con relación a las instituciones estatales de control como las fiscalías, controlarías, defensorías del pueblo y semejantes, se busca capturarlas colocando en la dirección de ellas a leales seguidores del presidente delegativo, al tiempo que se restringen sus atribuciones y presupuestos. Esta estrategia, apunta GO, ocurre bajo la siguiente lógica: para la concepción supermayoritaria e hiperpresidencialista del poder político, no es aceptable que existan interferencias (mucho menos las institucionales) a la libre voluntad del líder. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?

Los líderes subnacionales

En sexto lugar, para GO los presidentes delegativos no pueden tener verdaderos aliados subnacionales (provinciales). Por un lado, los presidentes delegativos deben lidiar con líderes provinciales que ejercen sus propias cuotas de poder. Estos señores subnacionales deben asegurarles los votos para respaldar y reforzar su posición hegemónica y asegurar el control de su propio territorio. Además, afirma GO, a los líderes delegativos no les importa cómo los líderes provinciales alcancen estos objetivos, ya que lo importante es que sirvan a sus propios intereses. El problema es que la colaboración de los líderes provinciales tiene un precio cuyo monto depende del cambiante poder del presidente delegativo; por ello, la distribución de recursos entre el Ejecutivo y las provincias nunca queda resuelta. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?

Los poderes económicos

En sétimo lugar, para GO como los presidentes delegativos han renunciado a tratar con los poderes económicos mediante mecanismos institucionalizados, entonces las relaciones se manejan de manera informal. Cuando ello ocurre, subraya GO, se produce una aguda falta de transparencia, y se abre el camino para la discrecionalidad (entendida como arbitrariedad) y corrupción en el manejo del poder público y su relación con el sector privado. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?

A modo de conclusión

Como lo veremos en la columna de la próxima semana, GO plantea características adicionales a las que hemos comentado para identificar cuando estamos frente a una democracia delegativa, o, si se quiere, frente a un presidente delegativo. En todo caso, sirva esta primera aproximación al concepto de democracia delegativa, para que nosotros mismos, luego de reflexionar sobre sus características, podamos responder a la pregunta que titula este artículo: ¿El Gobierno de Alberto Fujimori fue una democracia delegativa? ¿Fue Alberto Fujimori un presidente delegativo? ¿Si no lo fue, entonces qué tipo de régimen tuvo el Perú durante esta década? Continuaremos el análisis la próxima semana.

Abogado PUCP. Post Grado y estudios de Maestría en Ciencia Política y Gobierno PUCP. Especialista en Justicia Constitucional, Interpretación y Aplicación de la Constitución por la Universidad Castilla de la Mancha (Toledo-España). Candidato a Máster en Derecho Constitucional en la Universidad Castilla de la Mancha (Toledo-España). Miembro de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional. Es profesor de Historia de las Ideas Políticas en la Facultad de Derecho de la Universidad San Martín de Porres.


Escrito por

Rafael Rodríguez Campos

Abogado por la PUCP (Lima/Perú) Maestro en Derecho Constitucional por la UCLM (Toledo/España) Especializaciones en la UCLM y UNAM (México)


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