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MARIO VARGAS LLOSA (Primera Parte)

A 7 años de ganar el Premio Nobel de Literatura

Publicado: 2017-10-09

Existen momentos en la historia de un país que merecen ser recordados siempre. Este fue uno de ellos. El 7 de octubre de 2010, la Academia sueca le otorgó a Mario Vargas Llosa (MVLL) el Premio Nobel de Literatura. Hoy, 7 años después de este suceso, creemos importante recordar a MVLL como lo que es: el literato más importante de la historia de nuestro país, autor de una de las obras más prolíficas en lengua castellana del siglo XX. 

Yo conocí la obra de MVLL a los 14 años. Cursaba el segundo año de secundaria en un colegio particular de la gran Lima, y para mí las clases de literatura eran las 4 horas más esperadas de toda la semana. Eran, en palabras de MVLL, una puerta de escape a la realidad, una realidad que ya desde ese entonces me empezaba a parecer limitante y limitada. Me preguntaba: ¿Por qué el hombre debe conformarse con la vida que el destino le asignó cuando a través de los libros uno puede, aunque sea por breves instantes, ser uno y mil hombres a la vez, ser un mosquetero, un escapista, un revolucionario, o simplemente un niño que corre por las azoteas? ¿Por qué no atreverse a vivir en el universo de las ficciones verdaderas?

Debo confesar que gracias a algunos escritores, pero sobre todo a MVLL, comencé a descubrir el efecto mágico que la literatura -como campo de la cultura- puede tener en los seres humanos. MVLL, con “La ciudad y los perros” -su primera novela-, me convirtió rápidamente en un auténtico devorador de libros, un lector de madrugadas, un joven de libro bajo el brazo, pero sobre todo, en un ser humano capaz de cerrar los ojos y empezar a soñar. Eso también se lo debo a MVLL.

Al cabo de algunos años, y luego de haber leído y releído las aventuras de Alberto Fernández, el poeta de “La ciudad y los perros”, me encontré con la que a mi gusto es la novela más completa de MVLL, la novela total como él mismo dice: “Conversación en La Catedral”, libro capital en la monumental obra literaria vargasllosiana. Si alguien ha cometido un deicidio, si alguien ha podido recrear la obra de Dios en algunos cientos de páginas, si alguien puede decir que una novela de su autoría representa la obra sagrada de un creador, ese es MVLL refiriéndose a “Conversación en La Catedral”. La obra con más de 500 páginas nos transporta a la Lima de la primera mitad del siglo XX. Y es Zavalita, ese mismo que se atrevió a preguntarse y preguntarnos a todos los lectores en qué momento se jodió el Perú, el protagonista de esta gran novela, cuyas páginas he engullido -cuando menos- una decena de veces.

Zavalita, al inicio de la novela, deambulando por la avenida Tacna, se encuentra con Ambrosio, chofer de su padre y empleado de su familia de toda la vida, a quien luego de unas breves palabras, e impaciente por descubrir la verdad, armado de valor le pregunta si su padre fue quien mandó matar a Queta. Zavalita jamás imaginó que esa pregunta sería la llave que nos abriría la puerta de un camino en el cual las mentiras, las falsas verdades, los negruzcos pasajes de su vida familiar y de la vida nacional, se cruzan y superponen, teniendo como telón de fondo los oscuros años del odriísmo, un gobierno marcado por el abuso y el autoritarismo.

Es así como Zavalita empezará a conocer parte de esas truculentas historias, muy a pesar de su propio dolor y el de todos los que convertimos a Zavalita en el amigo con quien conversar de noche, bajo la lámpara de un escritorio, sufriendo junto a él sus tristezas y celebrando sus victorias, victorias que son las de todo ser humano, de todo hombre de carne y hueso, de todo aquel que venciendo el miedo y el oscurantismo se atreve a cuestionar la realidad y a ir en búsqueda de la verdad.

Ese es el sello de MVLL, los personajes vargasllosianos son seres profundamente humanos, con defectos y virtudes como cualquier mortal, no pretenden convertirse en modelo de nadie, mucho menos de ellos mismos. Tanto Alberto como Zavalita, por citar solo a dos de los personajes más famosos que la pluma de MVLL ha creado, son justamente eso, jóvenes que de una u otra forma representan algo más que un tiempo o una época, o un modo de ser peruano, o un modo de vivir el Perú.

Ambos, cada uno en su mundo y sus circunstancias se aproximan y van en búsqueda de lo que está detrás, no se comprometen con autoridad o institución alguna. Alberto, en “La ciudad y los perros”, muerto de miedo por la brutalidad y violencia con que el Jaguar y los miembros del “Círculo” tratan a los compañeros de clase en el Leoncio Prado, decide denunciar ante el teniente Gamboa el asesinato de Arana, del esclavo. Alberto sabe que poner en evidencia aquel suceso, sacar a la luz tremendo episodio no contará con la aprobación de la institución militar, de una institución a la cual él siempre vio como autoritaria, violenta y abusiva.

A pesar de ello, sabedor de todas y cada una de las consecuencias que este acto de coraje individual le acarrearían decide ir al frente e impedir que el asesinato del esclavo, de su amigo Arana, quede impune. Con ese mismo valor se agarra a trompadas en la celda con el Jaguar, él sabe que serán mayores las trompadas que reciba a las que propine, pero sabe también que llega el momento en la vida de un hombre en el que no hay vuelta atrás, llega el momento en el cual es preferible morir magullado que evitar el combate, llega el momento en el que un hombre debe rebelarse ante la adversidad, vencer sus miedos y atreverse a ser libre.

Dicen que los personajes creados por los grandes narradores, por los genios de la literatura, dentro de los cuales -y mucho antes de recibir el premio Nobel ya se encontraba MVLL- llevan en sus entrañas el sello de su genio creador. Quizás no sean altos, bajos, gordos o flacos como el hombre que les dio la vida, pero el lazo de afinidad, la conexión casi sanguínea que Alberto y Zavalita tienen con MVLL, es una relación verificable en el ADN de estos tres hombres. Alberto y Zavalita, son seres que sin quererlo y saberlo comparten una pasión, la pasión por lo imposible, una pasión que también ha acompañado a MVLL a lo largo de toda su vida.

Ambos son hombres que se sacrifican, son hombres que se rebelan ante la adversidad y que cuestionan constantemente el sistema, ambos apuestan por la utopía, ambos saben que son soldados de batallas que desde el inicio estuvieron perdidas, pero a pesar de ello, deciden, libre y voluntariamente ir a la lucha. Dicho de otro modo, el mundo literario de MVLL es el mundo de hombres que instintivamente van en búsqueda de su libertad, hombres que sin importar el camino a recorrer, el obstáculo que sortear, la barrera que traspasar deciden sacrificar sus sueños, su alma, su propia vida para ir al encuentro de esa utopía que los convertirá en seres auténticamente libres.

Continuaremos la próxima semana.

• Abogado PUCP. Post Grado y estudios de Maestría en Ciencia Política y Gobierno PUCP. Especialista en Justicia Constitucional, Interpretación y Aplicación de la Constitución por la Universidad Castilla de la Mancha (Toledo-España). Candidato a Máster en Derecho Constitucional en la Universidad Castilla de la Mancha (Toledo-España). Miembro de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional. Es profesor de Ciencia Política e Historia de las Ideas Políticas en la Facultad de Derecho de la Universidad San Martín de Porres.


Escrito por

Rafael Rodríguez Campos

Abogado por la PUCP (Lima/Perú) Maestro en Derecho Constitucional por la UCLM (Toledo/España) Especializaciones en la UCLM y UNAM (México)


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